domingo, 30 de marzo de 2008

Como han pasado los años... bueno, UN año

Así es como se veía el stencil de los Beatles cuando lo puse en una de las bancas de la facultad de ciencias politicas y sociales de la UNAM hace cerca de un año. La idea en un principio era decorar cada una de las aproximadamente 30 mesas que hay en el lugar. Sin embargo el proyecto no tuvo los fondos económicos suficientes. Ponía un sombrero en el suelo mientras los hacía y esperaba que la gente diera algunas monedas para aerosol y micas ¿Realmente creen que alguien dio algo? NADA ¡TACAÑOS MISERABLES! Así que sólo cuatro fueron las bancas decoradas.
Desde que fueron puestos, miles de personas se han sentado en esas bancas. Al principio me enojaba si alguien rayaba los stenciles; algun ocioso, y falto de sensibilidad artistica, le ponía bigotes a Ringo con su pluma. Con el tiempo dejó de importarme, despues de todo cada persona ha agregado su toque personal. He aqui el resultado. Los stenciles de la fac. un año despues.
Como verán, a este no le ha ido tan mal. Solo el color se ha gastado un poco, ya no es brillante como cuando nuevo. Le han puesto miles de cosas, a George una vez le pintaron la cara de rojo y a Paul y a Ringo les pusieron barba en cierto punto. Pero el tiempo borró todo eso y actualmente lucen asi.
Por otro lado, así se veía Syd Barrett recien puesto. Si algo me encanta de esto es el pequeñisimo detalle del lado izquierdo de su cara ¿Notan un pequeño resplandor blanco? diminuto. Es muy sutil pero marca la forma del cabello sobre el fondo negro, como si atras hubiera un monton de estrellas.

Ahora despues de muchos weyes que se han sentado ahi ese resplandor se ha borrado por completo. La pintura se ha caido poco a poco (Noten su nariz descarapelada) y alguien por ahi se le ocurrió colorear el bicho de rojo, eso sí me gustó.



William Burroughs lo puse en un día especialmente caluroso y la verdad fue una experiencia horrible porque sentía que el cerebro se me derretía y la cara se me rostizaba poco a poco. Al final asi quedó, con firma y todo.


Tal vez soy yo, pero creo sinceramente que ese viejito junkie realmente luce mejor desgastado y sucio. Es por eso que este en particular me gusta más así, cuarteado, cochino, despintado. Aqui no se ve pero a este stencil en particular le han agregado miles de cosas. Algun tiempo la cara de Willy estaba pintada de amarillo, luego se despintó y alguien le puso verde encima. Alguien incluso puso fragmentos de Naked Lunch escritos en los bordes y una lista de muchisimas drogas junto con el dibujo de una jeringa. Que orgullo.

Por ultimo, ese es uno de mis favoritos. Ian Curtis, fue un honor hacerlo y mucho más ponerlo (Aparte que es de los mas tardados porque utiliza cuatro tipos de pintura). El primer día lucia radiante. Costó mucho trabajo pero al final valió la pena. Homenaje a una de las figuras más tristes y enigmaticas de la historia del rock.



El tiempo lo ha desgastado, más que a cualquier otro. La gente se sienta y come sus porquerías encima de él. Algunos rayan con sus plumas. Una pendeja incluso dibujó una mariposa, o no sé que chingados sea lo que esta del lado izquierdo. La pintura se cae poco a poco pero creo que aun así se ve bien.

Me pregunto si llegaran a los dos años. ¡que importa! así es el arte de las calles, uno lo pone sabiendo que es efimero y que no tardarán en ponerle su toque personal.







Primer Post de este rincón olvidado de Dios

Acabo de dejar la mota, y créanme, no fue fácil. No ES fácil. El caso es que se volvió demasiado rutinario. Era como un jodido perro de Pavlov, olía humo canabico y empezaba a babear como un pinche San Bernardo (Y con la misma mirada también).
No es que haya encontrado a cristo ni nada por el estilo. No tengo nada en contra de la mota, creo que es sana (Por lo menos más sana que el cigarro, al cual aun no logro desengancharme) y divertida. Si alguien me ofrece un toque en una fiesta o algo así lo aceptaré con gusto. Sin embargo cuando se vuelve parte de tu rutina diaria simplemente pierde toda la gracia.
Fue hace una semana que me decidí a tirar el contenido de una bolsa Ziploc por el escusado. Tuve que armarme de una fuerza de voluntad sobrehumana. A medida que caían las ramitas y el polvito verde y los cocos mis ojos empezaron a ponerse como los de Remi. De lejos debió verse como uno de esos funerales en los que las cenizas se echan al agua, con trompetas y soldados disparando al cielo… ya saben.
En fin, en el momento me pareció bastante fácil. La tiré y dije “eso es todo”. El problema vino al día siguiente cuando la aburrida realidad me dio un cachetadón en la jeta.
Y es que ese es el problema ¿saben? Todo es muuuuuuuy, demasiado, estúpidamente aburrido.
No es que con la mota todo fuera súper. Por un tiempo lo fue, sí. Al principio podía echarme un capitulo entero de CSI sin tener la menor puta idea de lo que estaba pasando. Con una sonrisa de idiota y los ojos pasmados ¡Una hora corrida! Gil Grissom estaba por allá explicando muy serio el posible móvil del homicidio, pero yo podía leer su mente, sí señor:
-Mmmm, lo que daría por un pay de limón –pensaba mientras su mirada estaba muy fija en la pantalla de su computadora, ya saben con la boca medio contraída- No, no, necesito empezar una dieta… mmm pay.
Y podía seguir así por horas, hasta que me diera hambre (el llamado “monchis”, aunque odio el término) y acabara por atacar a mi refri con la furia de un huno salvaje.
No voy a hablar mal de la marihuana, nuestra relación fue buena, nada se compara con las primeras veces, con los cuates, cuando uno todavía se podía ir muy lejos y tardaba en regresar. Ya después perdió un poco el chiste. Uno hace esa clase de junkie buissness de poner el Mago de OZ sincronizado con el Dark side of the moon con los cuates. Es una especie de ritual marihuano ampliamente aceptado. Debo de haber hecho el experimento al menos en tres ocasiones diferentes. Para la tercera sólo volteaba a ver a mis amigos con la misma cara estúpida sorprendidos porque Money empieza justo cuando la película se vuelve a color (“!Wow, no ma, esta cabrón!”).
Ahora todo eso perdió la gracia por completo, y la verdad me alegro. Un no puede pasarse la vida quemando neuronas, a menos que quiera acabar como el wey que vende pulseritas afuera de mi facultad. Lo malo es que sin Mari la realidad es mas dura.
Cuando tenía a Mari a mi lado podía pasar cerca de todos los grilleros de mi facultad, gritando por sus megáfonos: “Compañeros, exigimos a los lideres BLA; BLA; BLA, la liberación de nuestros MAMADAS, MAMADAS Y MÁS MAMADAS” y Mari estaba junto a mi para decirme.
-Déjalos, que griten, que salten, que aúllen, vamos por un hit.
Lo mismo pasaba cuando tenía que ir a una odiosa reunión o a la más aburrida de las clases, con Mari a mi lado simplemente no me importaba. Pero todo por servir se acaba y Mari no fue la excepción.
Debo decir que el periodo ansiedad es muy breve y la verdad a estas alturas ya ni la extraño, sin embargo hay ciertas cosas que uno debe de evitar para hacer de su regreso a la normalidad algo más sencillo. Por ejemplo: evitar las exposiciones de arte conceptual.
Ayer fui al museo Tamayo, allá en Chapultepec… mala idea. Muchas fotos acomodadas de distintas maneras y cosas raras que a la gente le gusta llamar “arte”. Seamos realistas, la única forma de disfrutar esas exposiciones es con un touch. Lo digo porque todos a mi alrededor tenían la misma cara de mis cuates al ver el Mago de Oz y lo único que veían era una pared color rojo. Diciendo cosas como.
-Creo que el autor trata de retratar la desesperanza y la soledad del mundo contemporáneo.
¡PERO ES SOLO UNA PARED ROJA! Me daban ganas de pedirle lo que fuera que trajera en el bolsillo para andar igual.
En fin esa es mi historia y esta es una clase de terapia, tener un blog propio parece divertido para otras personas. No es que espere que este blog se haga popular. Si quisiera eso pondría fotos de chicas en bikini y el video de Edgar cayéndose (Yeez that’s funny…) Sólo busco una forma de matar el tiempo.