domingo, 30 de marzo de 2008

Primer Post de este rincón olvidado de Dios

Acabo de dejar la mota, y créanme, no fue fácil. No ES fácil. El caso es que se volvió demasiado rutinario. Era como un jodido perro de Pavlov, olía humo canabico y empezaba a babear como un pinche San Bernardo (Y con la misma mirada también).
No es que haya encontrado a cristo ni nada por el estilo. No tengo nada en contra de la mota, creo que es sana (Por lo menos más sana que el cigarro, al cual aun no logro desengancharme) y divertida. Si alguien me ofrece un toque en una fiesta o algo así lo aceptaré con gusto. Sin embargo cuando se vuelve parte de tu rutina diaria simplemente pierde toda la gracia.
Fue hace una semana que me decidí a tirar el contenido de una bolsa Ziploc por el escusado. Tuve que armarme de una fuerza de voluntad sobrehumana. A medida que caían las ramitas y el polvito verde y los cocos mis ojos empezaron a ponerse como los de Remi. De lejos debió verse como uno de esos funerales en los que las cenizas se echan al agua, con trompetas y soldados disparando al cielo… ya saben.
En fin, en el momento me pareció bastante fácil. La tiré y dije “eso es todo”. El problema vino al día siguiente cuando la aburrida realidad me dio un cachetadón en la jeta.
Y es que ese es el problema ¿saben? Todo es muuuuuuuy, demasiado, estúpidamente aburrido.
No es que con la mota todo fuera súper. Por un tiempo lo fue, sí. Al principio podía echarme un capitulo entero de CSI sin tener la menor puta idea de lo que estaba pasando. Con una sonrisa de idiota y los ojos pasmados ¡Una hora corrida! Gil Grissom estaba por allá explicando muy serio el posible móvil del homicidio, pero yo podía leer su mente, sí señor:
-Mmmm, lo que daría por un pay de limón –pensaba mientras su mirada estaba muy fija en la pantalla de su computadora, ya saben con la boca medio contraída- No, no, necesito empezar una dieta… mmm pay.
Y podía seguir así por horas, hasta que me diera hambre (el llamado “monchis”, aunque odio el término) y acabara por atacar a mi refri con la furia de un huno salvaje.
No voy a hablar mal de la marihuana, nuestra relación fue buena, nada se compara con las primeras veces, con los cuates, cuando uno todavía se podía ir muy lejos y tardaba en regresar. Ya después perdió un poco el chiste. Uno hace esa clase de junkie buissness de poner el Mago de OZ sincronizado con el Dark side of the moon con los cuates. Es una especie de ritual marihuano ampliamente aceptado. Debo de haber hecho el experimento al menos en tres ocasiones diferentes. Para la tercera sólo volteaba a ver a mis amigos con la misma cara estúpida sorprendidos porque Money empieza justo cuando la película se vuelve a color (“!Wow, no ma, esta cabrón!”).
Ahora todo eso perdió la gracia por completo, y la verdad me alegro. Un no puede pasarse la vida quemando neuronas, a menos que quiera acabar como el wey que vende pulseritas afuera de mi facultad. Lo malo es que sin Mari la realidad es mas dura.
Cuando tenía a Mari a mi lado podía pasar cerca de todos los grilleros de mi facultad, gritando por sus megáfonos: “Compañeros, exigimos a los lideres BLA; BLA; BLA, la liberación de nuestros MAMADAS, MAMADAS Y MÁS MAMADAS” y Mari estaba junto a mi para decirme.
-Déjalos, que griten, que salten, que aúllen, vamos por un hit.
Lo mismo pasaba cuando tenía que ir a una odiosa reunión o a la más aburrida de las clases, con Mari a mi lado simplemente no me importaba. Pero todo por servir se acaba y Mari no fue la excepción.
Debo decir que el periodo ansiedad es muy breve y la verdad a estas alturas ya ni la extraño, sin embargo hay ciertas cosas que uno debe de evitar para hacer de su regreso a la normalidad algo más sencillo. Por ejemplo: evitar las exposiciones de arte conceptual.
Ayer fui al museo Tamayo, allá en Chapultepec… mala idea. Muchas fotos acomodadas de distintas maneras y cosas raras que a la gente le gusta llamar “arte”. Seamos realistas, la única forma de disfrutar esas exposiciones es con un touch. Lo digo porque todos a mi alrededor tenían la misma cara de mis cuates al ver el Mago de Oz y lo único que veían era una pared color rojo. Diciendo cosas como.
-Creo que el autor trata de retratar la desesperanza y la soledad del mundo contemporáneo.
¡PERO ES SOLO UNA PARED ROJA! Me daban ganas de pedirle lo que fuera que trajera en el bolsillo para andar igual.
En fin esa es mi historia y esta es una clase de terapia, tener un blog propio parece divertido para otras personas. No es que espere que este blog se haga popular. Si quisiera eso pondría fotos de chicas en bikini y el video de Edgar cayéndose (Yeez that’s funny…) Sólo busco una forma de matar el tiempo.

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