sábado, 29 de agosto de 2009

REQUIEM

Fue un típico día escolar. Iba en camino a una clase vespertina con los audífonos puestos conectados al disc man de mi hermano. Y el primer disco que vi por ahí, realmente no importa, de vez en cuando, si hace del trayecto algo más rápido.
Volteé hacia la derecha cuando llegué a cierto punto de uno de los edificios de mi facultad. Ahí debía haber un cubo rubik volándose los sesos. En vez de eso había una enorme mancha gris tapándolo todo.
En esos momentos las clases a las que iba se borraron de mi cerebro. Me quedé ahí un momento, frío por dentro. Tardé en darme cuenta de que la música que traía puesta quizá estaba haciendo las cosas peores. Sonaba The sounds of silence de Simon y Garfunkel. Hello darkness my old friend.
¡Maldita sea! Uno viene por ahí de lo más contento y en un segundo se le van los ánimos a la mierda. Por un segundo guardé la esperanza de que los demás no hubieran corrido con la misma suerte.
La esperanza se disolvió rápidamente. Se acabó la canción y quise ponerla de nuevo. Voy a escucharla todo el día. Pienso. Donde estaba Chaplin ya no hay nada, ni siquiera el puesto de comida.

Bajé a donde debía estar Audrey Hepburn. Nada. Empiezo a pensar que fue la reacción al dibujo del maestro. Pero si es así ¿Por qué sobrevivió precisamente esta ultima imagen? Ni el maestro ni el General Grievous fueron victimas del manchón gris. Hello darkness my old friend. Ya la debí haber repetido cuatro veces.



Uno asume siempre que estas cosas son efímeras. Pero el perrito. Quitar al perrito. Eso sí me dolió y no pude esconderlo. El perrito era mi favorito. No sólo estaba triste, estaba enojado.



Me quité los audífonos, ya ni siquiera quería oír a Simon y Garfunkel ¡A la mierda con Simon y Garfunkel! Y a la mierda con esta facultad y con todos. Yo sólo quería darle una alternativa sana a esas paredes, una opción de decoración diferente a los letreros de “¡El pueblo unido jamás será vencido!” y “¡ No a la represión de rectoría al cuerpo estudiantil!”. Ni siquiera pudieron taparlos de una manera decente ¿De que sirve quitar las imágenes si ni siquiera pueden igualar el gris mismo del edificio? Sabía que quería vengarme de alguna manera. Vengarlos a ellos. Particularmente al perro ¡Ah, como me dolía!
Todo cuajó a la perfección cuando iba de vuelta a mi casa ya de noche, aún dolido y cabizbajo. Acababan de poner un nuevo sistema de alumbrado en mi calle. Y las cajas de los nuevos focos estaban apiladas solas y abandonadas bajo un farol amarillo cerca del periférico. Eran cajas de cartón enormes y una montaña de ellas. Cuando se me ocurrió lo que haría me puse como niño en navidad. Empecé a llevar las cajas a mi casa. No sabía cuantas necesitaría pero por si las dudas hice por lo menos tres viajes al cerro de cartón y de regreso a mi garage. Me detuve porque pensé en la posible reacción negativa de mi papá al ver su cochera invadida de cartón.
De ahí, lo que siguió fue simplemente trabajar y cortar lo más rápido posible.
Cortar, cortar, cortar, cortar, cortar.
Pausa para tomar café.
cortar, cortar, cortar.
Cortar, cortar, cortar, cortar, cortar, cortar, cortar.
Barrer un poco.
cortarcortarcortarcortarcortarcortarcortarcortarcortar.
dormir.
Cortarcortarcortarcortarcortarcortarcortar
CORTAR,CORTAR Y CORTAR MÁS.
Y después de unos tres días y mucha basura acumulada, estuve listo para emprender el usual recorrido de madrugada. Esta vez en bicicleta y con el primer esténcil que he hecho enteramente de cartón.
Bueno, tampoco duró mucho pero valió la pena, se fue junto con Grievous y el maestro y la facultad volvió a la pulcritud del gris como si nunca hubiera pasado nada.

7 comentarios:

Kevin Acero dijo...

Malditos gorilas

Anónimo dijo...

Sí, se pasaron de verga.

Catcher dijo...

citando a Try Mclure: "¡Quitenme las manos de encima changos mugrosos!"
Y no podría estar más de acuerdo con "Anónimo".

...??? dijo...

JA!!! me mataste!!! muy muy muy buena historia!

Anónimo dijo...

Que mala actitud...lo único que se intentaba era mejorar la imagen de un edificio efimero. La falta de apresiación por el talento.

Ismael dijo...

El arte es efímero y trascendental... Las imágenes son luces que comunican sentimientos, el tuyo por supuesto, fue muy claro. Grievous, Duck Hunt’s dog, aún duelen, pero duele más que muy pocos lo noten…

Saludos, respeto tu trabajo…

Catcher dijo...

Hey, muchas gracias por los comentarios, es bueno saber que alguien más los notó cuando estaban y sintió su ausencia.