Una veladora para el Dr. Kaboom

Antes de las vacaciones de verano me alié con un viejo socio y amigo, algunos lo conocerán por tener otro blog por ahí, mucho más popular que el mío. El Dr. Dulcamara escribió la historia y yo me encargué de ilustrarla. Ahora ese librito debe estar en una pila llena de otros libritos similares, esperando en fila para ser analizados por un jurado de un concurso de cuentos infantiles. El ganador obtiene una pila de dinero, lo suficientemente grande como para cambiarSE en billetes pequeños y aventarlos por el aire, saltando encima de la cama y gritando “¡Soy rico!”, sin mencionar la publicación del cuento por una editorial cuyo nombre no recuerdo, pero es muy acá… ya saben.
Como siempre me pasa, empecé a posponer todo, hasta que la fecha límite de entrega era de una semana. Me encerré en mi cuarto y no hice más que dibujar, colorear y dibujar más. Improvise un estudio de lujo, utilizando mi cajón de ropa, un estuche de cartón y un tripie con una lámpara colgando en la punta.

Así se veía en sus mejores momentos.

Fue una semana de ponerme en modalidad de impresora láser HP, esto es empezar a sacar dibujos en serie hasta que pierdes un poco la noción del tiempo, empiezas a oler mal, no dejas de darte atascones de cafeína y un creciente dolor en la nuca y en la muñeca no desaparece en días. Dibujaba hasta en mis sueños, estuvo de lujo. Lo llevamos a las oficinas del concurso justo el día del cierre, habiéndolo impreso unas horas antes.
Sin embargo, si he de ser honesto, no creo que tengamos posibilidades, el concurso abarca a TOOOOODA Iberoamérica y la verdad debe haber muchos por ahí mil veces mejores. Aún así, nada pierdo al pedirles que crucen los dedos o le prendan una veladora a San Judas Tadeo (apropiadamente el patrono de las causas perdidas) para que al menos nos tomen en cuenta de alguna otra editorial o yo que sé. Al menos que no acabe siendo destruido e ignorado (Sí, así decía la convocatoria: “Los trabajos no premiados serán destruidos e ignorados”).
Sea como sea, pensé apropiado hacerle publicidad por aquí. De todas las historias que el Dr. estaba escribiendo y tenía en mente, esta me llamó más la atención de buenas a primeras. Es un cuento acerca del pequeño Wesley, quien a diferencia de otros niños, no quiere ser como los héroes de las películas; él quiere ser un villano, no sólo un villano: un SUPERVILLANO. Creo que es bastante original, atractivo y fácil de relacionar. Después de todo quién quiere ser la nenita de Luke Skywalker cuando se puede ser Darth Vader, con su traje y su TUZZZZ –FZZZZ cada que respiraba, y su sable láser rojo ¡¡y ahorcar a gente sólo con pensarlo!!... ok, me emocioné un poco… O ser el Dr. Doom en lugar de cualquier otro soso miembro de los cuatro fantásticos, ser el policía indestructible de Terminator en lugar de Swatzenneger. En fin, la lista puede seguir y seguir.
Los resultados los prometieron en octubre, y no soy supersticioso ni nada, pero si alguien lo es, por favor haga una de esas cosas raras para tornar la suerte en nuestro favor. Con su ayuda el pobre Wesley podrá tener su propia guarida del mal con un domo enorme y tanques gigantes, miles de súbditos armados y con mala puntería, un gato de angora y su propio cohete para causar el fin del mundo.
Hagan posible este sueño o de lo contrario despertará siendo un mocoso dentro de su tienda de acampar con sus juguetes chafas y su toalla atada al cuello (Sí, eso último dicho con tono de anuncio de campaña del PAN).

IN WESLEY WE TRUST

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Para más dibujos finolis: