lunes, 5 de octubre de 2009

Watching the wheels

Hoy desperté tarde para ir a la escuela. Sabía que ni de chiste iba a llegar a tiempo a mi clase de las 9, pero me negué a apurarme. He asistido todo el semestre a esa clase y no me afecta faltar una vez. Además lo merezco, al maestro deberían apodarlo “El Valium”. Es, fuera de bromas, el sujeto más aburrido del planeta (quizá del universo entero, pero no quiero exagerar). Es uno de esos señores muy cultos, pero nada carismáticos. Mientras habla y habla mencionando raíces etimológicas de las palabras y datos curiosos diversos, yo divago preguntándome si usará ese mismo discurso para ligar en sus citas. Y si lo hace ¿Le resultará efectivo? Seguro que no. Le deben de haber tirado encima miles de copas de vino a lo largo de su vida.
En fin, decidí ir con toda calma a la escuela y entrar a la clase de las once. Por lo tanto no corrí. En cambio caminé por dentro de CU. Admirando el contraste de las plantas coloridas frente a mi con el cielo gris pútrido del fondo. Llegué a la escuela como a las 10.
Así que había que matar una hora. No había ni una cara familiar y la verdad tampoco tenía ganas de platicar con nadie. me quedé en el estacionamiento de los maestros bajo unos arbustos, en un lugar muy tranquilo con esa belleza de carro a unos metros. Hace tiempo que ya había visto ese Valiant, me encantó con todo y el montón de estampitas y el alerón ridículo que lleva atrás (y que convenientemente decidí ignorar al dibujarlo). Una buena forma de matar el tiempo era tratar de sacar lo mejor posible el trasero de esa belleza.
Mientras lo hacía empecé a tararear la canción de John Lennon, y a intentar recordar la letra:

“I’m just sitting here watching the wheels go round and round"
Dibujar coches mientras uno esta esperando es un buen ejercicio para perfeccionar la técnica. Así que si tienen amigos impuntuales (y yo tengo algunos) agradézcanlo y lleven siempre cuaderno y lápiz.
La cosa es que en este tipo de dibujos uno tiene que ser rápido, ya que, una de dos: O llega la persona que estaba esperando, o llega el dueño del auto y se lleva al modelo ¿Qué va a hacer uno? No es como sí fuera a decirle “¡Hey! Aguanta, todavía no me salen bien tus llantas”.
He leído que en la antigua Roma los aprendices de pintor tenían que ir afuera de los edificios y a las plazas a copiar las esculturas que adornaban la ciudad y las fachadas arquitectónicas, ya saben, para volverse pros. Pero bueno, las esculturas no agarraban y se iban cuando uno apenas llevaba la mitad. Un coche es una tarea contra reloj, se tienen que ver las líneas que lo constituyen, hacia donde van esas líneas y cómo son las sombras y la luz. Es divertido.
Y aprovecho para poner otros coches hechos en el pasado. Los que encontré por lo menos. El siguiente es un ejemplo de lo chafa que se ve cuando el modelo se te va a la mitad del trabajo.
Y dado que hoy me agarraron con ganas de escribir, también quiero hablar de ese carro, y hablar de ese carro es necesariamente hablar de su dueño. Y hablar de su dueño es hablar de uno de esos sujetos de los que se pueden hacer libros y películas. Se trata de Benito, el gordo, sucio y feo pescador de la playa de Nexpa, a la cual fui en verano. La playa se la repartieron entre hermanos, cuatro o cinco creo que son, uno de ellos es Benito, la oveja negra de la familia.
Los otros hermanos son testigos de Jehova, y uno los ve trabajando desde que sale el sol hasta que se pone. Imaginen entonces cómo ven a Benito. Sus cabañas hasta el fondo de la playa son siempre las más descuidadas, va y echa a un barranco a mitad de la carretera toda la basura que en Nexpa se separa meticulosamente; a él le vale madres, va y la tira toda junta a una zanja. Igual va a la tiendita y come plátanos sin pagarlos, y avienta las cáscaras a la calle, un verdadero cascarrabias. De todos los hermanos era nuestro favorito.
Así que un día llega con su reciente adquisición, un vocho que parece sacado de un deshuesadero. Le faltaba una salpicadera y estaba pintado de negro mate, como si lo hubieran repasado con pintura de la comex, otra salpicadera era color verde y no tenía faros ni delanteros ni traseros. Había que ver lo orgulloso que estaba de esa chatarra, y yo lo entendía perfectamente. Mi primo me hizo notar que por la forma de los faros era de los años sesenta o antes. Se lo dijo a Benito que orgulloso dijo: “Sí, es un clásico”, y tenía razón, un clásico que parecía haberse rodado por una barranca y luego haber sido pintado con latas de aerosol, pero un clásico.
Hice esto una tarde mientras los demás le hacían la plática al Beni. Traté de copiarlo lo más rápido posible pero me faltaron muchas cosas. Estaba a unos metros pero Benito igual se dio cuenta de que dibujaba su coche. Acto seguido hizo algo muy extraño: se puso a un lado y juro que posó como para que también lo dibujara, pero se aburrió rápido y se llevó el coche. Esa misma noche pasó por la tiendita manejando su vocho con una linterna en la mano y medio torso asomado por la ventana (Así como Ace Ventura), era su solución temporal hasta que le pusiera faros. Hasta la fecha lamento el no haberlo terminado.
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Por esas mismas fechas acampamos también en una playa llamada “la saladita”. Ahí había un lugar de cabañitas muy finas por el que sólo pasamos al llegar, y en ese lugar estaba el siguiente remolque.

Estaba alejado de las cabañas y ni llantas tenía, lo usaban como bodega del lugar, a pesar de que parecía llevar ahí mucho tiempo el material era inoxidable y permanecía gris y brillante. Al verla por primera vez se nos cayó la baba, era como el Sprouse Goose sin alas.
Una mañana fui hasta las cabañitas y me senté bajo una palmera cerca de la Air Stream, luego leí que es el rey de los remolques, hay muchas páginas dedicadas a las Air Streams. Hacerlo fue algo incomodo por que estaba sentado encima de un coco, con un calor pesado y un hormiguero cerca. De vez en cuando tenía que pararme y sacudirme las hormigas, y mientras más sudaba, más se subían. Dibujé lo suficiente como para llevarme unos detalles de tarea.
A veces uno puede copiar lo que considera necesario y guardar los detallitos en la memoria. Luego incluso se puede divagar poniendo elementos extra.
Tomado de avenida Aztecas.
En el dibujo inferior, por ejemplo, el remolque de arriba lo copié en mi calle hace unos meses, tenía pegados unos carteles del candidato a jefe delegacional por el PRI. Se los quité por supuesto y lo trepé encima de un camioncito inglés de juguete que tome prestado de mi hermano. Añadí otros pocos detalles para transformarlo en lo que yo considero el hogar ideal.
Flotando en una isla de basura.
Trabajé en él también en mis vacaciones pero aún luce muy inconcluso, pensaba ponerle color y todo eso. Quizá se los muestre completo después.

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Para más dibujitos de cuaderno:

4 comentarios:

Kuroi Tsuki dijo...

WTF no mentias con eso de que tenias ganas de escribir...
Apreciar coches, tarea dificil pero divertida, uno puede pensar muchas cosas, desde la historia del coche, el conductor, averiguar/imaginar la historia de los "talloncitos" y esas cosas, otro elemento de encanto, aunque mas dificil de dibujar por las circunstancias, son los tableros, ya sabes, dados arribal del parabrisas, muñeca hawaiana, estampas de las papas junto al radio y la clasica (y desconinuada) palanca de velocidades detras del volante. en fin, buen post.

dull dijo...

Gracias por visitar mi blog, asi pude conocer el tuyo.
Buenos dibujos, buenos trabajos, me haces recordar que no debo olvidarme y tal vez mostrar los mios tmb.

saludos!

Kyuuketsuki dijo...

Watching the wheels es de mis canciones favoritas de lennon, de todos los tiempos. Me gustó la reflexión que hiciste alrededor de ella.

Y happiness is a warm gun, también es de mis preferidas de los beatles...

Catcher dijo...

Sí, son dos muy buenas canciones